Combinación perfecta
|Tener y mantener unas pautas de limpieza facial es fundamental para el cuidado de nuestra piel. Esta rutina se debe aplicar dos veces al día: por la mañana, para eliminar el exceso de sebo y prepararlo para hidratar, y por la noche, para eliminar las impurezas y nutrirlo con todas las vitaminas que ha ido perdiendo durante el día.
Aplicar una buena crema hidratante
El primer paso será averiguar qué tipos de piel hay, determinar cuál es la tuya y elegir la crema hidratante adecuada. De esta forma, la crema se adaptará perfectamente a las necesidades de nuestra piel, más aún si te acuerdas de aplicarla con un simple masaje facial. Protéjase del sol. La piel tiene memoria, ¡y recordará todas las veces que no te has aplicado la crema! El sol acelera el envejecimiento de la piel, por lo que debemos protegerla incluso en invierno, con al menos un factor de protección 15.
Cuida la dieta
Hay alimentos que favorecen el buen aspecto de nuestra piel y ayudan a reducir las arrugas. El aceite de oliva, así como ciertas frutas y verduras, ayudan a reducir los problemas de la piel hasta en un 25%. Recuerda bien esta lista:
- El brócoli proporciona vitamina C, buena para la producción de colágeno.
- La espinaca, por ejemplo, ayuda en la renovación celular gracias a la vitamina A.
- Las nueces son excelentes para muchas cosas y, en este caso, también son excelentes para la piel, ya que contienen cobre, que estimula la elastina.
Únete al yoga facial
Es una nueva práctica que ayuda a revitalizar los músculos del rostro, liberando tensiones y rejuveneciendo la piel porque logra recuperar su brillo y firmeza. Se trata de movimientos que realizamos con la yema de los dedos, presionando ligeramente en las zonas donde se acumula el estrés y donde nuestra piel genera arrugas. De esta forma tonificas los músculos del rostro, contribuyes a la regeneración celular y mejoras el riego sanguíneo.
Beber agua
La deshidratación puede hacer que la piel pierda su brillo y se arrugue más. Beber entre 2 y 3 litros de agua al día nos hace hidratar las células de la piel y, por tanto, retrasar la aparición de arrugas.